… ¿y ahora qué somos?
Según el mito, dependiendo de lo
significativa de la relación, el proceso de separación se hace algo traumático,
y lo siguiente seria una evolución del afecto. Aquello que alguna vez llamamos
amor paso a ser una amistad (nada saludable por cierto), un “voy a ignorarte
las 24 horas, cada segundo que pasa me repito que ya te olvidé” o desarrolló un
ligero pero emotivo resentimiento. Pero nunca nunca nunca volvemos al punto de
partida, en eso consiste madurar, no debemos recoger un chicle ya masticado, no
debemos intentar descubrir si después de un tiempo algo cambio, ok, ahora se ve
sexy pero eso no le quita lo absurdo al asunto. No sacamos a los muertos de sus
tumbas por alguna razón, no lo superamos pero obligadamente debemos aceptar que
ya fue.
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