jueves, 24 de enero de 2013

Quiero creer

Pero debo ver...

El asunto se vuelve interesante para los demás y comienzan a mirarte como una resentida, incapacitada para amar o para apreciar el entorno. Es todo lo contrario, no por no querer enamorarse uno se vuelve duro, creo que por haberse enamorado lo suficiente es que nos volvemos así. Cualquiera puede describir tu vida desde afuera, cualquiera puede decirte "eres o no eres", conociendo una parte de la historia. Hay que admitir que el típico "corazón roto" es solo una historia de novela en el que la campurusa pueblerina regresa multimillonaria a vengarse de "Ricardo Adolfo", la vida real es diferente o te vuelves loca o continúas como si nada pasó. Es lo más natural, lo más maduro. Pero no hay que olvidarnos de los casos que nos llevaron a sumerginos en el error, hay que tenerlos presentes, porque nuestra única meta al final de la vida es ser felices, a nuestro modo, con lo que ideamos en nuestras mentes, pero felices. Entonces el segundo amor, no será igual al primero a al tercero o al octavo. Va a ser y ya, hay que meditar las cosas que buscamos, que queremos, quitarle el permiso a los demás de hacernos infelices. Creer que el amor existe -aunque sea basura o no- y que hay una persona hecha a nuestra medida, suena cursi, algo ridículo si, no con la misma entrega ni con la misma devoción de los tiempos de ingenuidad, está claro. Eso no te hace una persona ¡RESENTIDA INCAPAZ DE AMAR! te hace cauteloso y maduro. 

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