domingo, 25 de octubre de 2015

Domingo de nubes grises

Esta sensación de domingo por la tarde, inconfundible, paradójicamente llena de vacíos. Tengo muchas horas sin dormir, muchos minutos pensando y aún no entiendo esto que siento. A lo mejor, producto de mi aburrimiento, de mi soledad o de mi falta de concentración, he empezado cinco mil cosas y las cinco mil siguen aquí, sin terminar.

Quiero pensar en lo bueno, en lo que aprendí y en lo voy a seguir haciendo, pero no puedo, me invade una tormenta de recuerdos, de cosas que pude haber corregido en el momento y de estupideces que pude haber evitado. Siempre he tenido la convicción que el pasado te hace crecer, te permite madurar pero hoy no estoy tan convencida.

Tengo una carretilla de remordimientos y de "que hubiese pasado si". Esta mal, definitivamente. Si, muy mal, mi cabeza no debería estarme jugando así de sucio, no debería tener el permiso de molestar mi paz ni de perturbar lo que he construido hasta ayer, pero lo hace. Y al igual que esa visita que llega sin avisar, le di asiento y le hice café. Seguía sosteniendo este monólogo en mi cabeza, mientras un cigarrillo imaginario se balanceaba entre mis dedos y mis labios, consumiendome entre la necesidad de escuchar música muy deprimente y llorar con algún drama en el que el protagonista esta muerto y no lo sabe. Tristeza podría definir esto, síndrome premenstrual o falta de atención, también podría culpar al día gris, es la mejor opción siempre.

Pero no era eso lo que me preocupaba ayer, eran esas caras que estoy viendo, eran lecciones muy bien aprendidas, hasta que pensé en los daños, en los irreparables daños. Gente que cuando conociste tenía miedo de ser lastimada, que no entregaba todo por miedo a perder, que no se involucrada y que no confiaba porque no querían salir heridos, esas son las caras que veo, esos rostros que se dibujan muy distantes porque ya no están aquí. Ya no están aquí porque yo los quebré, los dañé, lo hice porque era algo que debían vivir, algo que me salió de forma muy natural, debían sufrir porque la vida no era fácil, debían pasar por lo mismo que yo, esa gente debía quemarse para luego valorar mejor las oportunidades, pero no fue así y yo lo sabía porque yo lo viví, te vuelves una sucia rata hiriendo a los demás, haciéndoles entender que si no eres tú, será otra persona, pero nadie me dio ese puto permiso. Y lo siento mucho, pero ya es tarde, tampoco me puedo aparecer después de todo este tiempo y pedir perdón así no más, como si todo este tiempo que estuvieron tratando de sanar no lo respeté, sería muy fácil para mi, sabiendo que yo  les recuerdo todo aquello que duele de una relación, de la forma en como me burle de sus sentimientos, de su empeño, necesito perdonarme a mi para luego pedirles perdón a ellos, por mis inseguridades y por mi inmadurez.